Carlota Ruiz de Dulanto

Alta ejecutiva de IBM, después de quedarse parapléjica, ver a su hija luchar contra la muerte y perder a su marido hace dos años, es una mujer resiliente frente a la adversidad.

Desde hace unos meses en los telediarios repiten cada vez más noticias de crisis mundial. Ante esta situación, el miedo, la inseguridad, la falta de esperanza en tiempos mejores asume las riendas de nuestras vidas, arrastrándonos más todavía al “centro del huracán”. La tendencia de la población en general es quitar sus ahorros del banco, dejar de consumir, dejar de invertir y, en algunos casos, rendirse…

Carlota Ruiz de Dulanto no conoce el significado de esta palabra, y no porque no tuviera motivos para ello. A los 25 años se quedó parapléjica después que un tornado hiciera que un árbol cayera sobre ella partiéndole la columna. A pesar de ello, se casó con el entonces su novio, Javier, con el que tuvo tres hijas. Paloma, la última, casi se muere al nacer prematura con apenas 600 gramos de peso.

Ya advertida de su posible pérdida por los médicos, Carlota le pide a la Virgen con todas sus fuerzas algo prácticamente imposible: que su hija creciera sana y fuerte. Y así fue. Como si no bastara, Dios vuelve a poner a prueba su fe, y su marido fallece en el 2006, dejándola sola con sus hijas.

Como ejecutiva del Departamento de Operaciones Financieras del sur de Europa de IBM, y por su particular forma de ver la vida, hemos querido que Carlota Ruiz nos contara personalmente cómo se puede ver con optimismo esta situación de crisis a la que nos enfrentamos a nivel mundial:

El día que te dijeron que no volverías a andar, en un primer momento se te desplomó el mundo encima y tu vida dio un vuelco de 180º. ¿De dónde sacaste las fuerzas para seguir adelante?

Realmente yo no hice nada. Esto es lo maravilloso de todo esto. Cuando Dios se encarga, Él te lleva y todo lo que va ocurriendo va siendo providencial. Mucha gente me dice “cómo puedes decir eso de que Dios te quiere, que te mima y tal…”Visto así, suena muy drástico: parapléjica, viuda… pero la gente no se da cuenta de todo el amor que hay detrás. Esta es la clave, el amor de Dios. El error de la gente es creer que la felicidad es que las cosas te vayan bien. La felicidad es otra cosa. Cuando tienes la suerte, cuando Dios te ha permitido (porque esto sí que es un don) que tuvieras este “fogonazo” de encontrarte con Él, a partir de ahí todo es más fácil, y puedes entender la segunda dimensión. Puedes entender que has vivido con superficialidad. Te puedes conformar con tu maridito, tus hijos, tu trabajo, tus esquís, tu bici,… pero claro, Dios quiere más! Yo creo que nuestra visión de la felicidad es “chata”. Cuando Dios empieza a hacer cosas y a removerte, ¡entonces te das cuenta de que has puesto el listón de la felicidad muy bajo! Pasas toda tu vida intentando controlarla: y voy a… y tengo que, y yo… y mi… Hasta que a uno le pasan cosas como estas. Pero bueno, ¿es la Cruz Gloriosa, no? Tú te pegas contra la Cruz, pero luego te das cuenta que hay algo más detrás. Que no te quedas ahí, en el sufrimiento, la amargura…. Yo creo que como Dios “está loco”, pero loco de Amor, por supuesto, tiene una receta para cada uno. Él me puso la prueba y Él me dio la gracia para seguir adelante. Tenía esa sensación de oír susurrar al oído, “estoy aquí y te quiero”… Cuando se fue Javier, mi marido, Dios ha tomado un poco las riendas, como diciendo, “no te vas a quedar aquí triste y desesperada. Yo me encargo”. Y eso que tenía a una madre súper valiente y a unos hermanos que ayudan un montón. Lo que veo es que todas las piezas las mueve Él, respetando nuestra libertad absoluta. A mi me gusta la rutina, me gusta que todos los días amanezca, pero es verdad que, lo que más me apasiona de Dios es lo sorprendente que es.

¿Has llegado a pensar que la vida era injusta?

Para nada. Nunca. Pero yo creo que también me ha ayudado la formación que he recibido. Mis padres son muy tiernos. (Mi padre murió, pero mi madre sigue al pie del cañón ayudándome a educar a mis hijas!) Mis padres nos han dado una educación en fortaleza, en docilidad, obediencia, muy buena. Entonces yo pienso ¿porque he sido dócil a la acción de Dios? Porque mis padres me enseñaron a ser dócil y a obedecer. Mi padre tiene una frase maravillosa y la recuerdo cada día: “Qué bien hace Dios las cosas”. Y todo esto te va marcando, y cuando se presenta una situación así, yo no puedo decir que Dios ha sido injusto conmigo.

Te has llegado a preguntar ¿por qué a mí?

No nunca. Quizás al revés, en el otro sentido. Muchas veces viene alguien totalmente superficial que viene a preguntarte “dame un poco de esto que tú tienes”. Entonces le digo: “mira, yo voy a rezar y te invito a que tu reces, que comulgues, y que le pidas a Dios! Te digo que tu tienes una conexión, así que ponte a pedirle!” Por eso a veces me siento un poco como diciendo… ¿“Porqué a mí”?

Según tus declaraciones en los distintos medios de comunicación, “nada ocurre por casualidad”. ¿Qué lección de vida podemos sacar de la actual crisis mundial por la que estamos pasando?

La verdad es que no tengo ni idea lo que pasará. Sospecho que esto todavía va a durar una temporadita, pero lo que sí sé es que también de una crisis económica Dios saca cosas positivas. Lo que pasa es que a veces se optimiza y se valora las cosas después de haberlo pasado mal… Y si no, mira cómo son los pueblos después de una guerra. La gente tiene una profundidad, unos valores y unos principios… pues con la crisis nos pasará algo así.